El rápido desarrollo de la fotografía digital está planteando nuevos desafíos que han hecho todavía más frágil la relación entre fotografía artística y fotografía documental. La capacidad digital de transformación de una fotografía complica la noción de veracidad con la que nació la fotografía hace ya más de 150 años. La realidad fotografiada es ya susceptible de manipulación. Al presidente francés Sarkozy le toman una foto en sus vacaciones norteamericanas, y para que parezca más aguerrido le borran los “michelines”, tal como nos ha informado de la manipulación la prensa de todo el mundo. Fotógrafos como Christian Bolstanski en los setenta, Jeff Wall, Cindy Sherman o Joan Fontcuberta crean con sus fotos falsos documentales o personalidades falsas que difuminan la frontera entre realidad y ficción. Laperformance, combinación de movimiento, teatro, música, texto y otras formas de expresión pública ha resurgido con las posibilidades digitales, retomando aspectos dadaístas y futuristas. Marina Abramovic, Kimsooja o Zhang Huan gozan de un reconocimiento considerable.
A la par que se desenvuelven todos estos movimientos fotográficos, la escuela de Bernd y Hilla Becher, con sus fotos que reducen y limitan a lo imprescindible los elementos subjetivos, ha causado un enorme impacto en la fotografía actual. Muchos de sus antiguos estudiantes de la Academia de Bellas Artes de Dusseldorf (1976-1996) han alcanzado una gran fama y sus obras se cotizan en el mercado del arte a precios excepcionales. Andreas Gurski, Candida Höffer, Axel Hutte, Thomas Ruff, Thomas Struth y Petra Wunderlich, alumnos todos ellos de los Becher, tienden a evitar la aparición de personas en sus fotos de gran formato, utilizan una perspectiva central fija, una profundidad de campo homogénea y, como sus maestros, trabajan con series y tipologías.
Pero la fotografía de finales del siglo XX y principios del siglo XXI sigue evolucionando favorecida, y turbada, por las nuevas tecnologías. Prueba de ello es la denominada fotografía Relato de experiencia, una corriente que agrupa a fotógrafos que desde los setenta y especialmente en los ochenta han desarrollado una fotografía documental centrada en el territorio de lo íntimo, en la crónica de los sentimientos. Una fotografía en la que la vida del artista y de su entorno es el centro de su trabajo, convirtiéndose éste en una especie de autobiografía personal y colectiva. En 1971, Nobuyosi Araki publica Sentimental Journey, retratos de su esposa durante su luna de miel. Fue todo un acontecimiento al que le seguirían los trabajos de Nan Goldin, Robert Mapplethorpe o Alberto García Alix, cuya fotografía discurre en paralelo a su vida.
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